En vista del efecto del post triste del pasado sábado (en la fecha pone domingo, pero es de la noche del sábado), creo que hoy es un buen momento para cambiar de tercio y reírnos un rato, verdad? Muchas gracias a todos los que me habéis mandado mensajes, a los que me habéis escrito por Facebook, a los que me habéis llamado (Cris, gracias por tu paciencia). Estoy mejor, sigo cansada, pero el ánimo ya es otro. A lo mejor necesitaba este bajón para tomar decisiones.
Lo dicho, que hoy vuelvo con una de esas historias increíbles que me pasan, una noche de esas en la cual Murphy desplegó todo su arsenal. Es una historia de hace muchos años que no se que tal va a quedar, porque creo que fue más divertido vivirla que contarla, pero vamos a ver que sale, no? Y por cierto, ésta historia tiene dedicatoria, es para mi amigo Pepe, mi amigo de tierras lejanas, mi gran genio que está en Canadá estudiando un doctorado. Ayer me alegró la tarde, y desde aquí le doy las gracias. Te quiero y te echo de menos, pero eso ya lo sabes. Esto es para ti, para ver si recuerdas ésta aventura que viviste en diferido. Menudo bofetón que me di por tu "culpa"!
Nos subimos a la maquinita del tiempo, hasta la primavera - verano de hace unos 11 años. Año 2000, yo tenía 16 años, estudiaba 4º de ESO, y tal como me correspondía, hacía el cabra. Era esa época en la que mentir a tu madre entra dentro de tu ADN, sobre todo cuando tienes un planazo con tus amigas y tienes dudas de que tu madre te vaya a dejar. Las mentirosas en éste caso éramos 3: E. (que creo que le había dicho a su madre que íbamos a llegar más pronto de lo que íbamos a llegar en realidad), L. (que creo que le había contado una peli totalmente distinta a su padre) y yo, que no tengo ni idea de lo que le conté a SantaMadre. Puede que incluso fuera la verdad
El planazo realmente era la mar de inocente: Primero, sesión de cine en "El Torreon", que es un centro comercial que había en Pozuelo (y digo había porque con la aparición del Kinepolis, se fue al garete. Ahora lo están reconstruyendo como recinto empresarial, creo). Luego cenar, seguramente en el McDonalds o similar, y por la noche, a dormir en casa de E. Pero era planazo, en primer lugar porque en "El Torreón" se reunía tooooda la juventud de Pozuelo y claro, eso mola. En segundo lugar, porque E. estaba esa noche sola en casa y quedarse en casa de E. siempre era divertido. Además vive en Aluche y eso de coger el bus de noche tenía su gracia.
Creo que habíamos quedado en mi casa antes de salir, por entonces yo vivía bastante cerca del Centro Comercial. Poco antes de salir, yo preparaba la mochila con todo lo que iba a necesitar ésa noche: Ropa para el día siguiente, neceser, dinero, el cargador del móvil, que no tengo batería apenas...
E.: Para que te llevas el cargador, si tengo yo en casa? (las 3 usábamos la misma marca de móvil)
Drew: Bueno tía, por si acaso...
El cine bien, gracias. No recuerdo la peli, pero si recuerdo que nos gustó. Seguramente cenaríamos, mandaríamos mensajes, quedaríamos con alguien... Y a una hora determinada (aprox. las 23h, como podéis ver éramos la mar de inocentes) decidimos irnos a casa de E. Para entonces se conjugaron 2 hechos que pueden parecer inofensivos, pero que acabaron desembocando en el desastre:
1. Ninguna llevaba dinero suelto. Bueno no, L. si llevaba, pero yo no, y a base de cambiarme monedas, al final no quedaba nada.
2. La batería de mi móvil estaba a punto de ser enterrada, la de E. creo que estaba agonizando, y la de L. en fase terminal. Y yo, desafiando a Murphy y a Nokia, me iba mandando SMS con Pepe.
Cogimos el primer autobús para subir al pueblo (desde mi casa al Torreón era cuesta abajo y se va bien, pero cuesta arriba tiene menos gracia. Además, llegábamos tarde al autobús de Aluche), momento en el que definitivamente dejé sin suelto a L. Rezamos para que el conductor del bus de Aluche nos dejara pagar con billete y recorrimos las 2 paradas que hay hasta el pueblo. Una vez allí, estábamos a 2 calles de la parada del bus de Aluche, que además nosotras acortábamos yendo por un patio interior que no tiene iluminación ninguna pero que es el camino más corto hasta la parada. Andábamos deprisa, el bus estaba a punto de pasar, pero yo, en un alarde de "soy mujer y puedo hacer 2 cosas a la vez e incluso a ciegas" seguía mensajeandome con Pepe.
De repente, se oye un autobús. Es ese? No lo se, por esa parada pasan más. Tia, que es la hora, como sea la hemos liado... CORRE!!! Y las 3 echamos a correr, por el patio interior, a oscuras, y yo con el móvil en la mano... Juro que conozco esos pivotes de hormigón desde pequeña, que me he sentado ahí mil veces y los he esquivado otras mil... Pero iba pendiente del bus, de que no lo pillaba, del móvil... En fin, que el pivote fue directo a mi rodilla, yo volé por encima y caí de morros... pero con el móvil en la mano!
El bus obviamente lo perdimos. En mi defensa diré que sin bofetón el resultado hubiera sido el mismo. Total, que habíamos perdido el autobús y a mi me sangraba la rodilla. Y Pepe se partía de risa vía SMS.
L.: Bueno, todavía tiene que pasar el último, no? Que pasan, cada media hora?
E.: Si, más o menos. Drew, mira el horario, que lo tienes tu...
Drew: Chicas, esperad, que el último autobús tiene un asterisco.... Aquí pone "No pasa en viernes, sábados, domingos y festivos".
L.y E.: No hay bus????????
Drew: No hay bus
Desde ese día, la palabra asterisco pasó a ser "El puñetero asterisco de las narices".
Total, que no había bus a Aluche. Solución? Un taxi. Si esta historia sucediera en 2011 no habría problema, porque ahora Pozuelo tiene una parada de taxis, pero por entonces encontrar un taxi en Pozuelo era más difícil que encontrar agua en el desierto. Bueno, pues para eso está Radio Taxi, verdad?
Llamo desde mi móvil, me quedo sin batería. Llamamos desde el de E., se queda sin batería. Llamamos desde el de L., se queda sin batería. Toma ya, 3 en raya. O más bien, 3 SIN raya. Murphy haciendo pleno.
Pero no, nosotras no eramos de esas chicas que se quedan sin móvil y se quedan sin recursos. Nosotras nacimos en los 80 y sabemos lo que es vivir sin móvil. Así que nos fuimos a buscar una cabina, que estaba justo al otro lado del patio oscuro. La cabina funcionaba, lo cual era casi un milagro. Lo que no funcionaba esa noche eramos nosotras, porque si recordáis... ninguna tenía cambio. Un bar? Todos cerrados.
Y aquí llegó la idea lúcida: Estábamos justo enfrente de las cocheras de los autobuses, que casualmente seguían abiertas (supongo que esperando a esos autobuses que NO nos iban a llevar a casa de E.). La idea: Ir a la oficina (que ya conocíamos de ir todos los años a buscar los horarios nuevos) a pedir que nos dejaran conectar el cargador (si, ese cargador inútil que Drew, en un alarde de por si acaso, había metido en la mochila) para poder enganchar el móvil y así llamar a Radio Taxi. A que somos listas?
Obviamente, los que nos atendieron en las cocheras flipaban. Nos dejaron el enchufe, pero su cara era un poema, y desde luego, como para no alucinar. La llamada al Taxi me tocó a mi, y hasta eso hice mal, porque no tuve mejor idea que dar como dirección la de un restaurante cercano (no tenía ni idea del nombre de la calle de las cocheras), restaurante por el cual el padre de L. tenía que pasar en coche en breves minutos de camino a casa. Si, ese padre que pensaba que nosotras ya estábamos en una casa que no era la de E.
El taxi lo esperamos escondidas entre los coches aparcados. Cuando llegó, el taxista alucinaba incluso más que los de la cochera. Como para no. Gracias a Dios Murphy no se subió al taxi, ya que llegamos a casa de E. sanas y salvas. Histéricas perdidas, pero llegamos al fin y al cabo.
Consecuencias de todo ésto?: Que cada vez que sospecho que me puedo quedar sin batería y puedo necesitar el móvil, meto el cargador en el bolso. Y cada vez que alguien me pregunta que para qué, le miro con ojos asesinos: "Si tu supieras... Llevar un cargador en el bolso me salvó una vez de un lío muy grande".