Que no es que me haya apuntado a una banda musical y no os lo haya contado. Por si alguien se acuerda, Blues y Jazz son los 2 peludos que adoptamos hace ahora un año.
Echo de menos a Bas, Oso y Rei cada día. Sobre todo a Rei y sobre todo ahora. Pero las 2 malas bestias que tengo ahora no son menos queridas y apreciadas. Hace no mucho alguien me dejó un comentario preguntando por ellos y diciendo que el embarazo había hecho que me olvidara totalmente de los perros, y no voy a negar que tiene parte de razón. En el caso de Jazz, "no news, good news", en el caso de Blues, es que ya sabéis que no me gusta contar penas. Pero el pasado sábado hizo un año de la llegada de Blues a casa, y este sábado hará un año de la llegada de Jazz, así que creo que vale la pena hacer balance.
Jazz, también llamada "terrorista" cada vez que me cabreo con ella (que viene siendo unas 5 veces al día), ha pasado de una bolita de pelo adorable a un bicharraco de 30ypico kilos (y eso que se ha quedado pequeña), obsesionada con la comida, tozuda como ella sola y moñas a más no poder. Lleva con nosotros desde que tiene 2 meses, así que por suerte llegó sin traumas y sin problemas de ningún tipo. Con el tema de la educación lo habremos hecho mejor o peor, pero al final se comporta como se tiene que comportar, es decir, como el cachorro que es (apenas tiene un año). Entre sus habilidades está el robar comida, con técnicas como "escalar los muebles de la cocina" o "el ataque murciélago" (consiste en saltar desde un punto más alto y por tu espalda, intentando llevarse lo que tengas en la mano) , y el dormir como un lirón. Me diréis que todos los perros duermen mucho, pero a Jazz la hemos tenido que llevar en brazos a su cama porque se caía por el camino. Por las mañanas, se queda en nuestra habitación hasta que le da la gana despertarse, y entonces viene al sofá con cara de drogada, la legaña colgando, y sonríe como una boba cuando le damos los buenos días. Me estoy dando cuenta de que no tengo un perro, tengo un niño camuflado. El hecho de que sea la niña mimada de Tarek tampoco ayuda, la verdad.
Blues es otra historia. Como ya os contó el, pasó 3 años en un albergue tras año y medio de maltrato en la calle. Al salir de su entorno conocido, poco a poco fueron saliendo sus traumas, y mi osito de peluche que era tan calmado y educado se convirtió en un perro rabioso a punto de comerse a cualquier humano que no conociera. Era frustrante, porque es un perro super cariñoso y muy muy apegado a la gente que conoce, pero con los extraños se transformaba en una auténtica pesadilla. Gracias a un buen asesoramiento y varios tratamientos de homeopatía, Blues poco a poco se ha ido convirtiendo en un perro más equilibrado. Todavía es agresivo con desconocidos, pero generalmente solo en sitios cerrados (tiene un problema muy serio con el hecho de sentirse acorralado, pero sabiendo la historia que tiene detrás no me extraña), el resto del tiempo es una maquina de soltar pelo super cariñosa que te da la pata constantemente pidiendo un poco de atención. Y si no la consigue, te da las 2. Mi pequeño perro circense, capaz de abrir puertas en menos de 2 segundos, que me deja dormir la siesta encima de él, y que sabe que el sofá solo está disponible cuando no hay nadie en casa, es sin duda mi debilidad.
El traslado a España les sentó muy bien, a Jazz porque tenía mucho más espacio para correr, y a Blues porque cambiar las calles de Cairo por el pinar de mi casa le ha ayudado a relajarse. Me dan tan poca guerra, que yo sin duda tendría un perro más (ya sabéis que me vuelvo loca por los Galgos). Pero está claro que no es el mejor momento, ni a nivel personal, ni económico.
El tema de los gastos que supone tener una mascota es uno de mis quebraderos de cabeza constantes. Por un lado tenemos los gastos veterinarios, que con una mascota sana pueden no ser muchos (la desparasitación y las vacunas son asumibles, y hay muchos ayuntamientos que hacen campañas de vacunación donde podemos conseguirlas por un precio prácticamente simbólico), pero el tema de la alimentación es otra cosa. La calidad del pienso que come un perro repercute directamente en su salud, en su pelo, en la calidad de sus huesos... y yo me siento muy muy mal si no les doy lo mejor. No voy a entrar en el tema de aconsejar una determinada marca o no, aunque está claro que tengo mis favoritas y mi lista negra, pero si creo que como mínimo deben comer piensos de gama alta. Y con gama alta no estoy hablando de piensos especiales ni cosas carísimas, si no aquellos que podéis encontrar o bien en el veterinario o bien en tiendas especializadas.
Una buena manera de ahorrar un poco en estos piensos, o de localizar marcas que generalmente no están en todas las clínicas (y entre las cuales podéis encontrar piensos buenísimos) es comprar online. Yo lo descubrí hace un par de años y cuando vivía en Cairo lo echaba de menos una barbaridad, porque en este tipo de tiendas tienes una variedad de productos y unos precios que generalmente no encuentras en otros sitios. Una buena tienda online para mascotas es Animalear.com, donde podéis encontrar desde juguetes, accesorios etc, hasta varias marcas de pienso, entre ellas alguna de mis favoritas y otras tantas cosas más para perros. Hay descuentos interesantes si registras a tu mascota en la web y el envío os llega directamente a casa. Cuando, como es mi caso, tengo que comprar sacos de más de 10kg, os aseguro que no cargar con ello se agradece un montón. También da la opción de programar envíos periódicos, lo que me parece la mar de práctico para evitar olvidos, y no solo venden para perros y gatos, si no también para peces, roedores, pájaros y reptiles. Conozco a un par de personas que prácticamente tienen un zoo en casa, así que seguro que esto les viene bien :-)